La práctica deportiva ayuda a los jóvenes a desarrollar su personalidad y, al
mismo tiempo, aprende a convivir con los demás miembros de la sociedad de
la que forma parte. El deporte es una magnífica escuela de civismo,
solidaridad y generosidad.
Nos enseña el valor del esfuerzo y la superación, ayuda a forjar su voluntad,
fomenta el espíritu de equipo y les hace comprender la necesidad de la
disciplina y el respeto a las reglas del juego.